UN
DICTADOR HABITA EN MÍ
(…o cómo poner nombre a la autodestrucción)
Su única meta era la de saber posicionar las miradas. Servirlas
en bandeja con gestos y desplantes; con calculada y medida elegancia. En el
fondo; el más puro vacío existencial.
Tenía claro que lo único importante era que nada raro se
notase. Mas al contrario; que siempre pareciera que no.
Un ser humano ladino e inconsistente; expuesto a cualquier
tipo de vaivén emocional.
Poner fin a una vida, quemar los colchones en los que
agonizaron sus últimos recuerdos activos de la infancia. Y mirar a la llama
llorando, sentado; sujetándose fuerte
las piernas.
Preguntándose cuántos minutos habría perdido escuchando
canciones que abusan sin sentido del concepto de “días grises”.
Un placer encontrar tu blog y disfrutar de tu inspiración. Éxitos!
ResponderEliminarMuchísimas gracias!!
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