CON ROSTRO AJENO
(… o cómo comprendernos con aquella enfermedad del alma)
Entró a su alcoba. Miró su retrato y comprobó que sus ojos no
tenían reflejo. Que ya no eran suyos. Estaba sola y hacía frío. Ese
inconfundible frío.
Podía percibir cómo su respiración envejecía ante la ausencia
de su propio recuerdo. Sus movimientos ralentizados, sus brazos pesados; ni tan
siquiera el silencio revelaba su nombre.
Sintió que convivía con extraños que no habían sido invitados.
Que la observaban inmóvil, sin compensarle la mirada.
Su respuesta fue pasiva, esperar al infinito. Volver en bucle
a la cama. Con el rostro cambiado. Por imperativa afonía.
Y confió su extraña y nueva existencia al amor de aquellos
que le confesaban ser “los suyos”. Decidió creerlos y abrazarlos. Al menos una
vez al día; todos los días.
Vídeo y texto originales de Oddey registrados en Safe Creative.
Música: Prelude No. 18- Chris Zabriskie
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